Los primeros filósofos chinos miraron al mundo natural para descubrir una manera de describir cómo somos iguales, pero únicos. Aprendieron que casi cualquier cosa en el mundo podría dividirse en cinco tipos de energía, que llamaron las Cinco Fases.
Las cinco fases: madera, fuego, tierra, metal y agua. Se cree que son las raíces fundamentales del universo y son la clave de todas las interacciones.
Cada elemento chino tiene sus características individuales, y cada uno tiene su papel único dentro del universo. Cada elemento tiene sus fortalezas y debilidades personales definidas, y una no es más fuerte que la otra. Todas las cosas se originan y regresan al universo y están compuestas de estos elementos. Por lo tanto, comprender nuestra propia conexión con ellos es crucial.